Su mayor sueño era lograr
conseguir el valor suficiente como para empezar a vivir. Le tenía miedo hasta a
su propia sombra (quizás porque su mayor miedo era él mismo) y su inseguridad
era su único carcelero. De a poco, fue muriendo la gama de posibles
espontaneidades que su ser podría haber albergado. Mató a su propia espontaneidad.
¿Para qué? Por el puro placer de girar en sintonía con el resto de las partes de
la máquina.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario