jueves, 25 de mayo de 2017

Cliché

El mundo es absurdo, no hay otra palabra para describirlo. Nuestra existencia entera es absurda. ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Para qué existimos? ¿Por qué? Son preguntas que no tienen y que, posiblemente, jamás tengan una respuesta. Lo único que sé con certeza es que nacemos para morir y, sin embargo, ¿quién sabe lo que es la muerte? ¿Quién sabe qué es lo que nos espera al finalizar nuestro recorrido por el mundo?
Vivimos aferrándonos a personas, situaciones y a objetos que tarde o temprano tendremos que soltar. Sufrimos, amamos, lloramos, reímos, y todo eso ¿para qué? ¿Somos biología o sociología?
Digo que odio a la sociedad pero a) ni si quiera sé concretamente qué es la sociedad y b) tampoco hago nada para desligarme de ella. Es como que quiero intentar buscar una forma de rebelarme, pero siento que esa misma rebelión es parte del plan macabro del maestro de ceremonias (vaya uno a saber quién es). Y, además, ¿cómo puede uno rebelarse contra lo que no conoce? No puedo rebelarme si no sé contra qué lo hago.
Y tenemos luego a la soledad, ¡oh, bendita soledad! Nos sentimos solos cuando estamos acompañados y nos sentimos acompañados cuando estamos solos, y viceversa. ¿Tiene sentido? Algunas veces me aterra que la posibilidad encontrar a alguien que nos sostenga, alguien que nos guíe (o por lo menos que esté igual de perdido que nosotros) sea meramente quimérica. Nacemos y morimos solos, eso es lo que muchos dicen. Sin embargo, también me gusta imaginar que existe alguna especie de fuerza metafísica encargada de unir a esas almas que pertenecen a estar las unas junto a las otras. Y con esto no estoy hablando del romance burdamente entendido, estoy hablando del amor en su totalidad. Tomemos, por ejemplo, a la amistad. Cuántas veces conocemos a una persona que parece entendernos como siempre habíamos soñado, en la cual depositamos todas nuestras esperanzas de completud. Y cuántas veces esperamos que ellos logren darle a nuestra existencia el sentido que nosotros nunca pudimos descifrar y cuántas veces nos terminan decepcionando si fallan, o si no actúan como nosotros esperábamos. Qué seres egoístas somos los seres humanos. Nuevamente aparece la duda del por qué.

Todo es absurdo, nada tiene sentido, estoy divagando. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario